jueves, 27 de diciembre de 2012

Experiencia de fe: Esperando en Esperanza



Dicen que el que espera, desespera, pero yo no lo creo.
Para mí, el tiempo de espera es tiempo de oportunidad y no de lamento. Si se espera en esperanza, hasta en los momentos difíciles se pueden encontrar oportunidades.
¿Quieres saber por qué digo esto? Te cuento mi experiencia a continuación...


Para los católicos, tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. 

Para alcanzar cada una de ellas es necesaria la anterior. No podemos tener Esperanza sino tenemos Fe como tampoco podemos tener Caridad, si no tenemos Esperanza.

Hoy hablamos de la Esperanza y como decimos, para vivir esperanzados, necesitamos fe. ¿Acaso no vivimos cada día situaciones que nos quitan la esperanza como el paro, el hambre, la enfermedad, la envidia, el dolor...? Si no tuviéramos fe, nuestra esperanza moriría todos los días.

Sin embargo, los que creemos en Dios, los que tenemos fe, podemos llegar a alcanzar esa esperanza, esa fuerza que nos viene de lo alto para mirar las pequeñas cosas de nuestro día a día con confianza, con ilusión, con sentido...

Como ya he comentado alguna vez, nosotros estuvimos esperando un bebé que no llegaba más de dos años, bueno, casi tres si contamos el momento del nacimiento de Paula.

Durante ese tiempo de espera, muchas eran las personas que nos decían ¿Y para cuándo lo de ser padres? ¿No os animáis? A lo que siempre respondíamos: Será cuando tenga que ser, cuando Dios quiera. Estábamos convencidos.

Pedid y se os dará dice la Biblia, pero pedid con el corazón y no con la cabeza, aunque no siempre sea fácil hacerlo. Dios siempre escucha.


Para ti canto
Para poder confiar en esto hay que tener Fe y ésta hay que pedirla todos los días y varias veces al día...porque somos débiles, muy débiles.

En nuestro día a día, el tiempo pasaba y la buena noticia no llegaba a nuestras vidas... La gente más cercana nos preguntaba cómo vivíamos el hecho de que no vinieran los niños y nosotros siempre decíamos que como un regalo porque en su ausencia, recibíamos otras muchas cosas.

Durante el tiempo que estuvimos esperando la llegada de nuestra hija, ni un solo día dejamos de dar gracias a Dios por la oportunidad que nos estaba dando a mi marido y a mí de estar juntos, de fortalecer nuestro matrimonio, de disfrutar el uno del otro, de viajar, de entregarnos a otros, a los niños y a los jóvenes, a nuestra Parroquia, a Cristo y a su Iglesia. Siempre confiando en Él y abiertos a la vida. 

Hay que disfrutar de los tiempo de espera, de los tiempos de oportunidad que Dios nos da. Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, aunque a veces lo olvidemos.


En la vida todo llega cuando tiene que llegar, cuando Dios quiere y no cuando nosotros queremos. Sólo hay que confiar y saber esperar.

Nosotros confiamos y Dios nos regaló a nuestra primera hija unos días antes de la llegada del Papa a Madrid para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (para la que llevábamos preparándonos y colaborando más de dos años...). No pudimos participar en los actos que tanta ilusión nos hacían porque estábamos cuidando de Paula. Pero fue un regalo precioso, fue como recibir al mismo Jesús en nuestra casa y nunca lo olvidaremos.

En ese momento, todo cobró sentido. Cristo venía a Madrid, en la figura del Papa, a encontrarse con millones de jóvenes y de paso, lo hizo con nosotros, de una forma diferente a la que hubiéramos imaginado unos años atrás, en nuestro propio hogar y no en la calle, en la intimidad y no en público.

En nuestra humilde opinión, para nosotros, la clave de esperar en esperanza pasa por la oración. Sin ella, nada de esto sería posible.

¿Y tú? ¿Esperas en Esperanza? Nos encantará saber cómo vives tu espera.

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